Dios, pon en mi corazón acongojado
tu mano, quita de mi alma las querellas,
has que brillen y palpiten las estrellas
en este mi cielo que hoy luce tan nublado.
Concédeme leer la carta de amor sublime
que escribiste para mí en la naturaleza,
y al hacerlo halle reposo para mi cabeza,
y paz para mi corazón que a diario gime.
Y volveré a sonreír las tardes bellas,
disfrutaré boquiabierto de las hermosas cosas,
los árboles, las aves, montañas y rosas
porque veré tu rostro en cada una de ellas.