Algo que se alimenta de mi cuerpo ya está tocando mi alma.
He envilecido mi materia y antimateria en una fiera batalla de dientes.
Y continúan las espadas crujiendo en los cielos como relámpagos.
Golpe tras golpe me azotan todas las primaveras.
Atorandome la cabeza entre dos barrotes que me impiden la calma y me entregan a la muerte prematura.
Es tan absurda la imagen que ninguno en mi quiere hacerse cargo.
No sé sus motivos
Pero de seguro se han humanizado demasiado.