Mis huesos se preguntan
por qué escaparon a tu ternura,
por qué no sienten el calor
de tu verbo colorido
hablando de amor y de futuro.
Ahora sólo son eso... huesos.
Estructuras que sujetan
mi carne y mi piel.
Cuando tú los envolvías en abrazos,
no los sentía pesar...
Eran livianas y sutiles escalas de luz
que sostenían aquello
que tú amabas.
Mi carne era un prodigio
de placer en tus manos,
mi piel el hermoso tejido
que cubría tus sueños.
Ahora sólo son huesos, carne y piel
... Y me duelen los huesos...