Solo mira como muere
ese muro siendo mudo
que muda y mina odio:
oda a nuestros demonios.
Demonios que nos dominan
con viscerales bélicos dominios
a la bestia que nos viste
o a la bestia que vestimos.
Hombre con hambre de odio
que adopta y adapta a su oído,
pues alimenta de ira a su fiera
guiándola a una era de guerra.
Pobre muro y su tristeza
solloza de forma sigilosa
por la desdicha del humano
que se odia siempre en vano.