Ni un asomo de vida en sus pupilas,
pálido, demacrado, lacerado e inerte,
ni un sólo soplo de vida manifiesta.
Ya va el cortejo fúnebre con la mortaja,
de aquel que gozó a plenitud su estancia,
pero que por designios de la suerte,
hoy se le da sagrada sepultura.
Es un dolor que atraviesa el alma
como puñal de acero hiriente,
que se clava en las entrañas
¡cómo el más vil tizón candente!
Todo lo cubre una sombra gélida,
una sombra que se viste de amargura.
Las penas ateridas, con paso lento
salen de la guarida, en dónde el dolor sacuden,
se unen al resto del cortejo...
por sus rostros, lágrimas resbalan.
Ilusiones y esperanzas, van en caravana,
sueños fallidos, sueños no cumplidos,
melancolías, tristezas , nostalgias,
visten con rigor el luto que acongoja.
Se siente un densa bruma, que envuelve
y se confunde con fantasmas insepultos...
espectros blanqueados salen de la tumba,
para acompañar el féretro,
de aquel ,que fuera el más querido
y que hoy por desamor fallece,
quedándose en el fondo de la fosa...
sin más compañía que una rosa
y un epitafio que reza…
¡Aquí yace el amor...murió por desventura!
Felina