Y le canto a las flores, y le canto al amor,
y escucho los canarios trinar por la mañana,
y miro en las estrellas su luz de filigrana
que irradian para todos su bello resplandor.
Contemplo la corriente de ríos caudalosos.
que arrastran con sus aguas hermoso don de vida,
pregunto a la Natura, con alma compungida
el porque de los hombres se vuelven ambiciosos.
Y miro el horizonte carente de esperanza,
en aquellos que sufren, del dolor su aguijón;
me pregunto en silencio si tendrán corazón,
los que afligen al mundo con sus crueles matanzas.
Al hombre a cautivado la sed de gran poder,
principios se perdieron de amor y libertad,
y veneran sus dioses con inmensa maldad
fingiendo ser tan buenos en todo su quehacer.
Sus almas no conservan rescoldos de piedad,
los lideres tan falsos que pregonan la Paz;
han llenado sus pechos de codicia voraz,
queriendo ser los dueños, del mundo, con crueldad.
Aquellos pueblos pobres que sufren consecuencia,
por malditas potencias con afán de explotar,
unirse deben todos, que puedan desterrar
la ambición que poseen, sin ninguna conciencia.
Los perversos tiranos que se prestan al juego
tan solo porque quieren poderes y riqueza;
recuerden que los pueblos sacaran fortaleza
y lucharan por siempre con corajes de fuego.
Cantemos a las flores, cantemos al amor,
mas por siempre pensemos en la santa equidad,
que nuestros cantos sean los dardos de verdad
que corroan cimientos del tirano opresor!
Autor: Anibal Rodríguez.