Deja la puerta abierta
Disculpa todo el trabajo que te doy.
Preferiría sea yo el que te atienda,
pero hacerlo sin que estés
como yo. Así, sin buena salud.
Nadie podemos evitar estar enfermos.
Es una parte de la vida.
No siempre se puede tener buena salud.
Sobre todo cuando llegamos a una edad avanzada.
Nunca le he temido a la vejez.
Al menos eso es lo que me pasaba
cuando era joven.
Ahora estoy viviendo una realidad.
Que me ha llegado así, de golpe.
Si tienes algo que hacer, hazlo.
No estés tan pendiente de mí.
Sobrellevaré mi padecer.
Al salir, te pido dejes
la puerta abierta.
Con ella así me siento más protegido.
Ve y haz tus cosas tranquila.
No, no quiero televisión.
Tampoco la radio.
No, tampoco música.
Quiero escuchar el silencio.
Sí, si llegase a necesitar algo,
llamo con el timbre, cuando vuelvas.
No temas por mí.
Tendrás que aguantarme
un tiempo más...
No estoy tan imposibilitado.
Sabes que hasta puedo levantarme.
No me mimes demasiado.
Sí, deja la luz apagada.
Si la necesito, prendo el velador.
Hasta luego, hija.
¡ Cuántos recuerdos vuelven
a mi mente !
Llegar a esta edad...
y vivir de un pasado,
del cual no se puede volver a tener...
El haberte conocido hace tantos años...
siendo tan feliz, no sólo yo, sino ambos.
Habiendo compartido años de amor y felicidad.
Pero el destino quiso que te arrebatase
de mi vida, dejándome solo y desamparado.
Por la maravillosa semilla del amor,
ha quedado en mi vida el fruto
de nuestras noches inolvidables
de sexo y placer.
Ella, como a ti, la vida me la quitó.
Y me hago la ilusión de que
esta mujer que hoy me acompaña
tan sólo por unas horas diariamente,
es mi hija, no siéndolo.
Quiero arrancar de mi alma
el pasado, del cual soy feliz,
pero al mismo tiempo muy desdichado
porque no es una realidad...
es una ilusión.
Mi vida es un tormento.
Mi existencia un desconsuelo,
porque estoy acompañado
por una joven que por piedad
se une a mi vida, para que
no me sienta tan sólo.
Ni con todo el oro del mundo
podría llegar a pagar lo que hace por mí.
La puerta abierta
aun en la oscuridad veo a través de ella
el exterior de mi habitación.
Mi mente no puede dejar de recordar
cada instante de mi pasada existencia.
La que quisiera volver a vivir...
Ya he perdido muchas cosas
y muchos seres que me acompañaban.
Y ahora me siento solo.
Total y absolutamente solo.
Quiero engañarme a mí mismo.
Tener, lo que ya no tengo.
¡ Pero qué gano con ello !
Nada, nada...
No tengo miedo de morir.
Tengo miedo de vivir...
Hugo Emilio Ocanto
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11/04/2017