Un suspiro que el viento despojaba
Deje de amarte, amor, ya no eres mía
oscile cual farola en cualquier calle,
nada complacía, nada importaba
la vida, era, tal vez, un suspiro que el viento despojaba.
Cuando nos conocimos ya tenías dueño
habitaban tus carnes otras manos,
crueles en la vida nos juntamos y saboreamos
de la uva su licor, en las bocas del verano.
Nada importaba, de lo ajeno hicimos dueño
volamos, ensordecimos, nos amábamos,
más de pronto la rosa se deshoja y nos espantamos.
Errantes anduvimos por las mismas calles
nuestros ojos eludimos por la vida artera
y por la noche ciega despoblada desertaba por la carretera.