Ahora
Ahora necesito dosis más elevadas de experiencias
para poder sentir algo,
sin embargo poco dura la efervescencia
y vuelve a hundirse el barco.
Las cosas pasan como una brisa con mala nutrición,
sin fuerza me toca
y a veces ni se sintió
que fue lo que pasó.
Ahora solo me arrepiento de lo que dejo de hacer,
las cosas pendientes dan vueltas en mi mente
y las hechas se van borrando,
espero algunas y otras no para siempre.
Ahora no duelen las mismas balas,
ahora las atrapo si me da la gana
sin ánimos de esquivar ninguna
con ánimos de que una
encienda una llama.
Una llama nueva,
un fuego distinto
de un color que aún no tenga nombre
de un calor que deje frío,
que me haga volver a querer quemarme
y forme una herida bonita,
con forma de mar
que puedas leer en braille
después de nuestro primer vals.
Puedo dormir sin perturbación
aunque lo haga sobre el eslabón perdido
que me quitaba el sueño en un pasado,
al que no puedo llamar sombrío
porque en ese tiempo mi luz brillaba,
alimentada por la ingenuidad y la inocencia
que ahora se vuelven historia y me reclaman
lo que fue de mí y mi tendencia
a alejarme de lo que me alejara,
de lo que más se pareciera a mí.
Deje una carta con una silueta mal dibujada que decía:
nada me roba la paz pero todo me agota la paciencia,
si es que esto es posible.
Ahora quiero quererme
sin querer más nada,
ahora no me puedo estacionar
mucho tiempo en una sola parada,
no me es permitido lanzar el ancla
hasta que no haya recorrido el globo
y conocer el Himalaya,
contemplar al mundo desde la cima
mientras tomo chocolate caliente con el Yeti
quien sugiere un nuevo destino
y me da instrucciones
para encontrar el nuevo camino.