Cecilio Navarro

Madrugá esmeralda.

De rojo vienen los vientos

de rojo la madrugada

con notas de desconsuelo

con rojos de manto grana,

suspiros que van dejando

ardores de sombras largas.

Por horizontes teñidos

la Luna escondió su cara,

el gallo escarda en la arena

y el mirlo canta en la rama,

como si nada ocurriera,

como si nada pasara,

la vida sigue viviendo,

la vida sigue su marcha.

 

¡¡Ay Señor!

¡El dolor  todo enmaraña!!

 

***

Espera la Aurora el alba

cubierta  en manto de escarcha,

de transparente reclamo

 cual sábana de tul blanca,

con bello abalorio al cuello

formando collar de alhajas,

perlas  de rocío puro

recogidas  de la mata

del romero florecido

que se ofrece a acicalarla.

Entre el fulgor de arreboles

y su apariencia azorada

espera el encuentro amado

en la madrugá esmeralda

con la corte celestial

que se presta a acompañarla

 

¡¡Ay Aurora!

¡Tu  boda tiene amenazas!!  

 

***

 

No mueve una brizna el viento

y todo parece en calma.

El Sol se apresta dispuesto

a ejercer su regia entrada

cuando al fondo, de la aljibe,

resuena una carcajada,

es la bruja de la Niebla

que nadie acordó invitarla

temiendo que con sus artes

el evento fastidiara.

La niebla se extiende lenta,

implacable y despiadada

dejando a todos helados

en tesitura kafkiana.

La Aurora llora en silencio

pequeñas gotas amargas

mientras la Niebla se expande

por toda la Vega en andas.

¡Son celos, malditos celos!

¡La madrugá se enmaraña!

 

Cecinape  11/04/2017