A. Martinez

Ciclo.

Cuando camina hacia mí la tarde,
tú, creces delante de mis manos.

Vienes y regresas,
una y muchas veces,
y siempre eres la misma,
igual a ti eres,
con tu perfume puesto sobre el pelo;
debajo de la blusa, el corazón.

Vas hasta mi pecho,
y en su valle tuyo te posas
para contar latidos,
dejando los grandes ojos negros,
riendo con los mios.

Se nos abren besos en las bocas,
y los labios, son panes frescos
que se ofrecen al convite.

Me reta tú cintura,
con su camino dulce,
por donde resbalan las manos
como carnívoras palomas,
alargadas en el borde de tu piel.

Se ofrece tibio el tiempo contigo,
acogedor sonido
de uvas que maduran;
cantar de tierra que se levanta
para sostenernos en medio del vuelo.

La tarde se duerme en su pincel rojizo,
dejándonos la noche
como residencia;
curtido el vino añejado en las caricias,
los cuerpos sanan
de su recorrido.

Mañana, será otra vez el reloj,
mañana, existirá otra tarde.