Me atenazo
procaz...
e inerme
ante la descarnada
evidencia
de que la nada
es poco...
en simetría
con la triste desnudez
del horáculo
de su risa,
tenue y cristalino
embeleso...
edulcorado
en el topacio
deslazado
de la tarde,
crisol
que se deshace
breve...
en la delicadeza
y vanal
intranscendecia
del cristal...
que se delata.