Padre o hijo, hermanos,
Novios, amigos, vecinos, meros conocidos.
Cada vez más leves, polvo en la telaraña.
Una blasfema eternidad nos hace besar la epilepsia,
Temblar toda la parálisis. Los estigmas
Supurando gaviotas, Babel abierta como un rayo,
Descendiendo en tu silencio repitente y violáceo.
Yo, que pudiera comer de tu omnisciencia,
Padezco la anorexia del indiferente.
Vos seguís agregándole parches al futuro próximo,
Recalcando el sentimiento a contraluz, contra alguna ventana. Te vas desnudando
En las cosas que no han ni querido saber tu nombre,
Yo me asfixio y me quiebro
Como papel quemado.