La he hallado concava, a trastes lejanos,
y bajo las matinales pestañas
de aquella noche de marzo, guadañas
sangrientas gimen cual dioses paganos...
Amada, vamos al filo auroral
de un verso, lleno de tu calidez;
donde yo pueda ver tu desnudez:
¡Es mi coartada en contra del mal!
Es tu sustancia una flor impalpable;
es como el pétalo mártir de Dios,
que sube a pausas lustrales en dos,
doblando tu lagrimal inefable.
Vamos muy lejos, al Réquiem estrecho
de Orfeo: Suena la lira en su endecho.
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David John Morales Arriola