Nadia Belén Almazán Andrade

Valiendo madre.

Condenándome como un voluntario más de ahogarme en litros de cerveza y caballitos de mezcal, después de haberme burlado de todos los mortales comunes que intentan llenar sus vacíos con alcohol, bebí y bebí, y pedí dos cervezas más. Compré nuevamente cigarrillos, después de dos años y recordé tus pezones, amarillos y pequeños. Prendí el primero en la cocina y creo que quemé un trapo. Los cocineros, me sacaron a la chingada.
Hoy no comí, la verdad me valió madre. Pensé en vomitar, pero el asco se me pasó y seguí poetizando tu figura.
¡Oh, mi amado! ¡mi más fino vicio! ¡Me incitas a morir!
¡A morir en tus brazos, suavecitos como nubes! Que engañozos queman como el mismito infierno, canijo.
Recordé que me duché y no me puse ropa interior, me valió madre. El vicio no me dejó pensar y mi inconsciente te imaginó cogiéndome una esperada tarde nublada, en tu espera, mi ropa interior se volvió invisible. Me golpeé con una puerta en el pie, estoy ebria, estoy hasta la madre.
No llegaste a dormir, ni ha sonado el teléfono. No he tenido noticias de ti, anoche nada más oía al estúpido gato que maullando se burla de mi soledad y tu ausencia resonando en el cuartito donde nos acurrucamos.
¡Ni avisaste, condenado! ¡Ya valiste madre!
Arrojé las botellas vacías y los hombres que estaban sentados frente a mí se asustaron y me preguntaron \"¿está bien?\", —¡qué se asustan, maricones! ¡qué nunca han visto llorar a una mujer!—, \"señorita, usted está muy mal\" —¡y yo cuando le pregunté como estaba, usted!—, \"Ya valió madre, está hasta la madre\".
¿Y dónde estabas tú? ¡Valiendo madre! ¡Te fuiste a coger! ¡Te fuiste con tu madre! ¡Te fuiste de borracho! ¡Te tocó turno nocturno! ¿¡Qué!? ¡On tás, desgraciado!
Nomás\' abrí los ojos y ahí stabas. Parado frente a mí, disque fuistes por mí... Y yo ni mi-acuerdo... ¿Ontábas, ontábas?...
Hueles a burdel, a cigarro y a ausencia. ¡Hueles a ausencia, maldito! ¡A dolor!
Ya valimos madre.

 

— Nadia Almazán.