Saetas que en la noche, en su lamento,
custódian unas velas alargadas,
desprenden a la vez su sentimiento
al compás de unas voces invitadas.
.
Le cantan a Jesús, con sufrimiento;
mientras se van poblando las calzadas,
el buen hijo de Dios , en su tormento,
se abre paso a través de las miradas.
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Al amparo de sórdidos tambores
Las calles se embriagan de amargura
mostrando en procesión nuestros errores .
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Y un gran hombre que espera sepultura
se calma con saetas los dolores
que ocasiona la cruz que lo tortura