Yo, que me juré no volver a creen en nadie que me jurara amor eterno
que me prometí a mi misma no volver a enamorarme,
que me obligue a no sentir si quiera un poco de cariño
por nadie que me exprese ponerme el universo a mis pies.
Recuerdo la promesa de no dejar que nadie conociera mi interior
que nadie descubriera esa parte sensible y sentimental de mis misma.
Que observándome frente a un espejo hecha pedazos me grite
¡Eso te pasa por ser la estúpida que cree que todos pueden ser como tu!
Había secado mis lagrimas y admiré mi rostro,
me quedé en mi mirada, esa mirada vacía, deshecha
esos ojos llenos de dolor y odio, bronca que no me llevaba a ningún lado.
Rose el suelo y me dí cuenta que no merecía estar así como me sentía
entonces me vestí, me maquille y salí a la vida y por primera vez la ví.
Descubrí que afuera había vida, que no todo era como yo lo veía
que no sos mala persona por estar con una persona y después con otra
que no todo se trata de amor sino de respeto y que además,
lamentablemente la gente es más habitué de la traición que del amor.
Fui conociendo la noche y el alcohol y no por despecho sino por disfrute
fui conociendo personas que en mi vida trataría,
transformándome en el ser que jamás creí que sería
y no me arrepiento por que al mirarme al espejo me gusta,
me gusta verme así, llena de vida brillando con luz propia.
Dejé de cuestionarme los por que de su decisión y me dedique a disfrutar.
Disfrutar los besos y las caricia de otras manos, de otros labios.
Me dedique a regalarle a mi cuerpo la pasión que sus brazos me rechazaron
y jamás me sentí culpable, no, siempre sentí que quería más.