¡Que fría la noche!
recorre mi cuerpo
un torrencial sudor
hace unos momentos compartí el pan
y el vino por última vez
¡No volverá a suceder!
Me acompañan los cocuyos
¡Padre! se que esta prueba he de pasarla solo
se que estoy preparado para ello
pero no puedo evitar el temor
Duermen a mi rededor
los corazones que he despertado
uno de ellos me habrá entregado
los otros correrán despavoridos,
cual ovejas cuando el lobo
asalta a mansalva el rebaño;
y negarán conocerme
y se esconderán no de la muerte
si no de mi
Solo las nubes se aglomeran
cobijando mi fría soledad
¡aparta de mi este cáliz!
pero… ¡hágase tu voluntad!
quema mi mejilla el beso
soy yo al que venís a buscar;
estuve todo este tiempo entre ustedes
pero la confabulación y traición
escollan mejor a las sombras
con sumun de impunidad
Venimos a enseñar Padre
¡no me permitas olvidar!
yo como es el camino,
cómo lo deben labrar,
Tú que desde la grandeza
también se puede sacrificar
Queman mi vestimenta
los miedos que me intentan apagar
se disfrazan de furias y poderes
pero tiemblan como hojas secas
al ver la fuerza de la verdad
Pesan tanto la indiferencia,
el abandono, la avaricia, las intrigas,
pero sobre todo los miedos
que venimos a erradicar;
lo que menos comprendemos
es lo que esa más
Mi ropaje se ha resecado
sus fuerzas han menguado,
nunca le he preparado
para jornada tal;
ahora se siente más pesado
y sobre él todo lo demás,
es por esto que los hombres sucumben
a la oscuridad
para escapar del peso
que implica la libertad
Ya falta poco Padre,
pronto va a terminar
rasgarán al fin mi traje,
recobraré la libertad;
¡Padre! ¿por qué me has abandonado?
no veo tu majestad;
¡Ah se me había olvidado!
se sufre en soledad
¡Padre, he culminado la prueba!
el camino está trazado
en tus manos entrego mi espíritu
Consumado todo está