Pedazos de roca azul caídos
tras los siglos
al collado; colgante farolillo en torno
a Sión
la mano del Eterno abrió tus ocho puertas
ciudad Santa
sandalia suelta, pendiente olor de olivo
del Getsemaní
pregonero excelso del paso del Amado
triturado polvo del bíblico historial
de tus montes crispados de angustia
latente injusticia
en tus líneas cortas, quedas, viejas,
angostas, mudas.
Tu calcañar desde Judea apunta
a Galilea
y el manso Jordán serpiente verde
y mansa en la desértica arena
gratifica al alma que llora ante el Calvario.
Siento frío en tus noches de luna plena,
tus astros lucen cual mojados
más brillantes;
Jerusalén, aún huele tu entraña
a sangre justa, azotada carne
y eterna mansedumbre.
Lamentación israelita corroe aún
el muro de tu Templo,
se quedan suspensas las aves en tu entorno
y el llanto peregrino
que holla tus empedradas vías; y, desde
las campanas de tus torres
minaretes y sinagogas me crece
un nudo en la garganta que estalla
sin remedio
en el mármol sepulcral do el Cordero
descansara de su cruz, su escarnio
y mi pecado.
Veinte siglos recorre mi planta atribulada
y revive pedazo a pedazo el paso de los doce
y su Pastor,
de la Madre, de los pobres, de los reyes...
de la turba...
y riegan el llanto universal -con el mío-
tus viñedos, tu dorada mezquita,
tus desparramadas piedras, las tumbas
de tus profetas y patriarcas
y tu estirpe de David y Salomón,
del paso de tu Rey proclamado
y por tu mismo pueblo, de la tierra levantado.
Te soy en adelante, Jerusalén, tu peregrino
y llevo en mí tus callejas, tus doradas colinas
tu historia;
me recorren hoy la sangre tus mil muertes,
tu eterna gloria
tus rocas florecidas y reverdecido aroma
cuando cae en ti la tarde sonrojada
y una nueva lágrima se empoza
en mi alma.
Jerusalén-Israel, noviembre de 1992
Bolívar Delgado Arce
De: \"En torno a la Cruz\"