Pedro Perez Vargas

Dime, si Jesús está muerto...

Dime, si Jesús está muerto, postrado en una cruz...
¿Por qué recibo su luz en la oscuridad de mis lamentos? 

¿Por qué se me agita el pecho en mi desesperación,
Y siento su compasión que me calma en un momento?

¿Por qué, si Jesús está muerto, siento el amor de un hermano?
¿Por qué las heridas en sus manos, siembran la paz en mi huerto?

Dime, si Jesús está muerto, y hay herida en su costado...
¿Por qué lo siento a mi lado, liberándome del tormento?

¿Por qué a cada momento, cuando el temor me acompaña, siento que su amor me baña, y su dolor es mi sustento?

¿Por qué siento paz cuando duermo?
¿Por qué puedo reír cada día?
¿Por qué no siento agonía cuando mi cuerpo está enfermo? 

¿Por qué no tengo temor si sé que he de morir?
¿Por qué no temo a sufrir?
¿Por qué no temo al dolor?
¿Será que por su amor, Jesús ya murió por mí?
¡Y así, nada más porque sí, por mi salvación, él pagó!