Señor,
después de tu crucifixión
de manera notoria
mostrarás tu gloria
con la resurrección,
entonces de corazón
en silencio te pediré
que resucites también
la vocación del docente
que vive una muerte
verdaderamente angustiosa
que en la mediocridad se debate
y hace poco vistosas
a las aulas de clase.
Ese docente de ayer
que enseñaba con vocación
y entregaba su alma
cuando llegaba al aula
perdió su dirección.
Aquel que con ética y respeto
se entregaba completo
a su oficio de maestro
hoy vemos con amargura
que también tuvo su Judas
que lo vendió con un beso.
Por eso señor te confieso
que deseo esa resurrección
ahora que al cielo subiste
y que tu gloria se agranda
dile como a Lázaro le dijiste
aquel: “Levántate y anda”
para que los estudiantes
aprendan como es debido
con unos buenos docentes
que les enseñen el camino.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela