Caminando de Tarso a Damasco
como transcurrir de oscura noche al día,
permutó tu alma de duro peñasco
al ver al Señor, Oh Saulo, en tu epifanía.
Trocaste la fé, de Gamaliel, primera
(que a Esteban sacrificó apedreado
en persecución firme y certera)
por seguir a Cristo crucificado.
Cantaste los Salmos en el Sanedrín
y en el ágora de Atenas debatiste
mas tu voz peregrina resuena sin fin
en las cartas dejadas cuando partiste.
Mas supiste , Oh Pablo, que hay otro rin
también en la carne igual de triste!!