Tengo todos tus gestos. Están guardados.
Son esas pequeñeces que me dejabas…
Y se me han escurrido tras los candados
entre las tibias cosas que regalabas.
Esa lapicera
que de la escalera
en los folios fue prisionera.
Cuando viene la tarde con tu mirada
al desear perderme no hallé la risa.
Busco brillante estrella que se asomaba
entre los verdes ojos de tu sonrisa.
Porque sé al instante
que con sol brillante
cuidas mis espaldas, constante.
Huelo la madreselva que en su follaje
_alguna esquela corta de tus canciones_
como nidos de alondra con un mensaje
tiene el tono sincero: las emociones.
Tu música hermosa…
Escucho dichosa
tengo la lágrima penosa.
Amalia Lateano
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