Hay cicatrices ondas en mi pecho, justo a lado de mi corazón, estocadas del destino queriendo marchitar mi florecida agonía, en paz, sin remordimiento de mi mismo y de lo que sepultó el egoísmo de una marcha fúnebre. Sólo a media noche o antes de amanecer, no importa la hora o si quiera los minutos que transcurren entre una vida y otra. Al final sólo.. sin miedo a perecer o engalanar mi vida con un amanecer misericordioso, ruego un final en calma, piadoso y sin temor a un anochecer de reencuentro, por que es ahí donde las más ondas cicatrices supuran dolor y recuerdos..
Habitan ondas cicatrices en mi memoria. Algunas son marca de ti en mi, otras tantas son un adorno más a mi demencia. Demencia que florece al son de las manecillas del tiempo, de la vida y de los instantes que debilitan las carcajadas del destino. En medio de mi fé rota y en aparente descoposicion beso los pies de la ironía y me codeo con los más altos rangos de mis recuerdos, perdido entre tangos y baladas desempolvó aquel cuaderno viejo que está lleno de toda tu esencia, y de poesía barata del corazón. Está manchado con elogios ciegos y argumentos inéditos de mi trastornda imaginación.
Hay cicatrices en mi. Tan viejas como el tiempo y tan nuevas como el sol de hoy...