La maldad se hace presente
entre las quemadas encinas
yo escuche en esos montes
que el sufrimiento camina.
El monte hablaba a las alma
del chopo, el corzo y el río
que les daba vida nueva
si aceptaban el desafío.
El chopo que no se deje
talar por manos ociosa
que el verdor de sus relieves
es el pulmón de las rosas.
Que el corzo siga bramando
y que sus cascos redoblen
que de sus bellos sonidos
tiene que aprender el hombre.
Y al río que no se pare
en meandros inseguros
para que el hombre no mate
de la vida su futuro...
Todos los árboles hablaron
y el hombre sigue tan sordo
que mueren envenenados
el río, el chopo y el corzo...
Ángel Reyes Burgos
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