Felizmente me encontraba.
Felizmente yo vivía
hasta que un aciago día
mi felicidad se truncó.
Alguien a quien no recuerdo,
no recuerdo ni quien era,
un mal día me dijera:
\"vigila a tu mujer\".
Se despertó en mi la duda
que se convirtió en sospecha
que abrió en mi la brecha
de un desenlace fatal.
A partir de ese día
la observé sin que me viera,
la seguí por donde fuera
para saber la verdad.
La vi subir a un auto,
¡era el auto de mi amigo!
el que convivió conmigo
momentos de felicidad.
Le seguí en un remís.
Se paró en una esquina.
Iba aumentando la inquina
en mi pobre corazón.
Paró ante un conventillo.
\"Albergue\" decía el letrero.
Vi entrar a ella primero,
después al amigo traidor.
Al conocer la traición
de quienes tuve a mi lado,
el corazón destrozado,
no volví más al hogar.
Buenos Aires, 1 abril 2017