Jhontini Mauro

EL MISMO AIRE Y EL MISMO SENTIMIENTO...

Quedaron en el suelo, rodando por las esquinas, dos copas; una rota y la otra vacía. Un trago de vinagre en una botella de vino y el radiecito viejo que nunca mas se ha escuchado encendido. Las mismas calles, el mismo parque y el tronco del árbol caído a la orilla del rió; la misma habitación de cuatro paredes de bloques de cemento gris, el ventilador de techo, el aire espeso, la cama de madera y la mesita de noche ocupada con el jarrón de agua ya vació, la pirámide de libros viejos sin leer y el florero de barro con rosas secas por el olvido.

 

Quedaron, sobre el tapete de poliéster, las huellas de los pasos de tus pies descalzos y el sofá alargado de cuero sintético, roído por las ratas, en el que a menudo se sienta el pensamiento a leer las hojas sueltas de mi libreta empolvada, manchadas por la tinta de poemas inconclusos.

 

Quedo la nostalgia en un cuadro de vinilo de un atardecer veraniego que alguna vez fue colorido, el reloj de pared que ya no funciona marcando las once y el almanaque del año pasado colgado del mismo clavo oxidado, bajo el crucifijo de bronce.

 

Quedaron mis manos vacías, el amor se escurrió como el agua entre mis dedos; solo quedaron heridas de trozos de sueños de besos suicidas lanzados al abismo al que también se lanzaron miles de suspiros enamorados, solo caricias marchitas y pétalos, deshojados, del recuerdo de la textura de tu piel.

 

Quedo de la luz de tus ojos la estela invisible en el cielo de la nada; del nudo apasionado que formaban nuestros cuerpos confundidos en el laberinto del deseo quedo la sal de una gota de sudor seca por el calor y por el tiempo; del eco de tus gemidos desenfrenados quedo la serenidad del silencio; de los arañazos de las uñas afiladas del ímpetu de tu lujuria quedaron las cicatrices en mi espalda y en mi pecho; de las lineas de tu caricias suaves solo quedo el horizonte imaginario y de la dulzura de tu voz amable, la amargura del recuerdo.

 

Quedo tu ropa interior en el piso, deambulando de un lado al otro, tu sonrisa dibujada sobre una hoja arrugada de papel que el viento se llevo; de tu retrato quedan algunos vidrios bajo la cama y de tu perfume no queda ni el envase ni la etiqueta y el aroma se fue por la ventana una noche bajo la lluvia de las estrellas y el claro de la luna llena. Así como una noche se fueron tus promesas, en las alas de la mentira de los labios de la traición, volando sobre la playa de los buenos momentos, llevándose todo, dejándome sin dolor, sin llanto, sin rabia, sin resentimiento; solo quedo el vació, la soledad, el silencio y el olvido, solo quede yo y tu recuerdo bajo el mismo techo, respirando el mismo aire y el mismo sentimiento...