Que llueva café
para que renazca mi fe.
Que caigan gotas de capuccino
sobre mi lengua
para que en este recinto
el amor me de una tregua.
Que me inunde
el spresso
para dejar de ser preso
de la maldad que surge.
Que me invada
la dulzura del frappe.
Que mi alma
se llene de café.
Que mi corazón
se enamore del café
de los ojos que me topé
en aquella alucinación.