En el umbral oscuro
se despide la tarde,
fiero agoniza el sol
perdiendo su estandarte.
Y flotan en su sangre
tibia, oscura, salada, estas penas,
calladas, avaras, recurrentes
designio de la suerte.
Penas amantes de mi calma
de mi espíritu,
que danzan en oleadas
y entre ondas cabalgan.
Penas como flores sombrías,
como bancos de niebla
que devoran la paz
en la noche revuelta.
Y se quiebran las alas
se marchan las estrellas
la luna es un presagio
que no llega a certeza.
La brisa trae murmullos
que hablan desde lejos
de locuras me hablan
en lejanos reflejos.
Y flota sobre todo
el recuerdo perenne
en el umbral oscuro
como abrazo de muerte.