Hay un hombre
que cada tiempo
cambia
el día por la noche.
Al atardecer
llega despacio
y descuelga
el cielo claro del día
dejando
la noche de estrellas
y una luna
a medio llenar.
De espaldas mira
y con los brazos
la dibuja perfecta
diciendo
-ya llegarás a engordar.
Para luego
parir
miles de estrellas más-.
Pasarán los tiempos
y el cielo
colmará de brillos
tantos que no cabrán
y es entonces
que podré
dejar
de pasar a colgar
y luego sacar
los telones
que hacen, del cielo
hablar.