El día...
se nos destila
inicuo y breve,
entre lánguidas
vestales...
de huido beso,
catedrales
demudadas
de caricia...
imperios deslazados
en sus aromas,
un ave olvidadiza
vencida pasa...
un canto inquebrantable
se desmorona,
y yo vertido
y malherido
en mi delirio...
en el piélago
inexplicable
de mi derrota.