Quiero que las aves vuelen indiferentes,
las cigüeñas sobre los campanários,
y los grises gorriones proletarios,
sobre las comedias y tragedias que presientes.
Gaviotas y flamencos dueños de la laguna,
abubíllas y cuervos de la arboleda,
ruiseñores y jilgueros en la alameda,
la primera música del niño en su cuna.
Disparos absurdos del cazador
a la perdiz que apenas vuela
es de la vida destructor.
Pena que siente el pastor
que al cazador apenas duela
por lo que nos regala el creador.