Alberto Escobar

Teatro: pura vida

 

 

Escenario:

Mi catecismo es el Teatro.
El Teatro es una escuela de vida.
Es la vida subida a la tarima.
Es la vida mostrada a través de 
la mirilla del dramaturgo.

El teatro nos anticipa vivencias,
vivimos sin mancharnos de lo
abyecto y sentimos en la piel lo
excelso y lo inmundo, lo primero 
se nos grava en los párpados y lo
segundo se nos queda en el
inconsciente, sin daño.

La del alba sería cuando comencé
los ensayos.
Antígona de Sófocles era mi ducha
de buenos días a la sazón de aquellos
tiempos, joven.

Al terminar la jornada solo me cabía
pensar en la sucesión instantánea de las
horas hasta el preciso instante del
comienzo de la siguiente.

Colocarme los coturnos cada día era mi
catarsis.

La batuta del director obraba milagros:
la ataraxia se hacía carne en mi carne 
desde la primera estrofa.

Lo anfractuoso del devenir de la vida
quedaba al márgen por espacio de dos
horas de intensa levitación dramática.


De los coturnos de la tragedia fluía sin
solución de continuidad a los borceguíes
de la comedia.

 

Aristófanes, patrón de mi velero de
libertad.

Mi pasión por el teatro no se aduerme
en el barbecho de la circustancia. Hace
tiempo que...

 

Siempre. Adiccion.Sangre.Venas.Llenas.
Hambre.Pasión. Tensión. Corazón...
Candilejas. Chaplin.