Temblaste con mano firme,
sobre las tumbas vacías,
en el horizonte florecieron las velas muertas.
Una mujer con su niño entre brazos se desvela,
muerde la roca para saciar su cuerpo;
mientras la sal del mar corroe su vientre.
En hombros victoriosa mira al cielo,
una bandera que ondea a los vientos;
cuenta los abriles que a sus pies cayeron.
Se escucha el llanto de un niño a lo lejos
y una camándula que se deshoja,
en un calvario de padecimientos.
La soledad por su vejez no camina,
la espada a traviesa otro pecho,
el tiempo araña el rostro
de los que no envejecieron,
la roca de los vientos perdura su nombre
y las flores del mal revivieron,
para dar el triunfo al mar muerto.
Ahí va la reina
Implorando mil veces el eterno pueblo;
ante la pasión infinita de quien dio su vida,
para enterrar a sus muertos.
Una calavera marcha al cementerio
A sepultar su olvido,
mientras vive de nuevo,
el reloj cuenta
un nuevo advenimiento.