Dejando huecos, hasta en los mordiscos,
en los pulmones, abrasados de tanto llanto,
intentando dejar espacios hasta en el aliento
y también en los armarios y en los cajones
desempolvando el mucho polvo
y el poco recuerdo;
ahora me doy cuenta de las cosas inútiles
que guardábamos
y aquellas que no hemos sabido conservar.
Tomando distancia,
cambiando el blanco pálido de las paredes
por el azul cielo raso,
y todavía no he tocado fondo,
pero estoy tan abajo
que esto parece un abismo,
y necesito tantas cosas
pero desconozco su orden
y tú me miras
y yo, te envidio, porque te quedas,
con la complicidad del silencio de fondo,
pero yo, no me quejo, aún no,
quizás este mediodía
cuando las agujas del reloj se junten
y aprieten mi corazón.