Tus suaves dedos acarician
los surcos de mi rostro,
tu sedienta voz humedece
mis deseos mas íntimos.
Ya no hay aridez ni sequía,
a tu lado encuentro
fulgor y alegría.
Con que placer
recorres mi cuerpo,
a ti no te importa
si ya el tiempo en mi
ha pasado.
Me encuentras bella
a pesar de mi esfuerzo
de brindarte mil primaveras
en tu jardín.
Mis maltratadas manos
son para ti tesoros,
no sientes que en ellas
hay resequedad,
las besas con tantas ansias
que me haces sentir joven
en realidad.
Y que decir de mis labios...
de mi boca que aun sabe amar,
son para ti la gloria
en ese momento tan pasional.
Aunque a veces
me asalta la duda,
no quiero este amor dejar,
tu eres radiante
y yo a veces absurda...
en mi sobran las ganas de amar.
En el escenario de la vida
mi alma te estoy entregando...
no importa si las candilejas se apaguen
tú para mi seguirás brillando.
YOLANDA BARRY.