Si algún día
me lleno de valor,
subiré a decirle
que me gusta
que su voz
es un arrullo suave
que me recuerda
a las aves
de las montañas
donde vivo.
Le diré despacito,
así muy de cerca,
tocando el aire que respira
que su andar
es el perfecto
amuleto del camino.
Si algún día me animo,
a pesar de la lluvia
y del mal tiempo,
me asomare a decirle
que yo le amo
que seguiré esperando
a que sus ojos
me digan con un guiño
que ellos también
aman los míos.