Toma mi mano.
Ven, amor mío, toma mi mano ya;
vamos a aspirar las luces de esa flor.
Pues, en ellas, la vida expira aún mejor
que la exhalada de una cajetilla.
Acompáñame a vivir lo que nunca
ha razonado jamás la humanidad,
pues, sin toda esta contemporaneidad,
seré yo quien hoy la verdad deduzca.
Toma mi mano y vete, pero hoy no.
Dame tu cuello y quédate a vacilar.
Mira mis ojos y vete, sí y no.
Pues, aunque distraigan tu mente y cuerpo,
tu alma es mía por tus lunares míos,
mis versos son de ti, tu no morirás.