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MUDEZ--(KATHAKALI)_(descriptiva)

   
 
Con teatral expresión mímica,
asoma por el lateral del telón
una cabeza tiznada de blanco,
como inmáculo papel su rostro,
estampado, dibujado, rayado.
Dibujado con llamativos colores,
adquiere un toque de relevancia
capaz de rematar cada mensaje;
aumenta sus posibilidades expresivas
que sin pintar, por si mismo ya tiene.


Incrementan su aguda viveza,
los rojos, amarillos, azules,
verdes, naranjas y negros;
acentuan cada uno de los gestos,
reflejan un estado de ánimo,
agregan en su comunicar.

Un pie, otro pie, una pierna,
el artista toma impulso....
de un brinco salta al centro,
del redondo escenario.
Es como se presenta,
sin apenas preámbulos.


Hace girar su cabeza,
circula esta, dirigida,
como cazadora flecha
mima las direcciones.
Los imaginarios lejanos
son puntos alcanzables,
quizás si él algo lanzara,
de bien seguro acertaría.


La mueve rápida y repite.
En desenfrenado circular,
recorre con su actividad
el total capaz de un giro.
Observándole se presiente,
podría surgir de repente
el descanso en la ensoñación
o precipitarnos en el abismo.
Rotundo, con golpe seco,
pulsa la pausa, le da al "stop",
inmovilizándose se para.

Ahora, la seriedad esculpe
su cabeza, siendo el capitel,
columna armada su cuerpo.
Abre sus ojos y dejan
sus cristales esféricos
simulando un estallar,
en su máximo abiertos,
si tuvieron parpadeos
ya ninguno de ellos tienen.
El perimetral de sus ojos,
combinado de azul intenso,
de morado y de negro,
resaltan la esclerótica.
Sus pupilas brillando
son espejos con volumen.
No parpadea, ni respira,
parece no estar ni presente.


El actor, el simétrico personaje
decora con vistosa indumentaria,
asemeja a una estatua rígida e inerte,
retando a que te acerques con sigilo,
con movimientos lentos y cautos.
Realidad o fantasía, sorprende,
Espera e incita para ser tocada.

Como fondo ambiental resuenan...
cuerdas, vientos y las percusiones,
laudes, flautas, tambores y platillos,
rematan varios pasajes contados,
en el gesticular, con su agitación.

Frunce el ceño
o levanta en arco
sus pestañas,
muestran el asombro
o el desinterés.
Tensa su piel
o la arruga,
la juventud
o la vejez,
tranquilidad
o desasosiego.
Las comisuras labiales,
bien distantes
o casi tocandose,
denotan enorme alegría
o rancia disconformidad,
el contento y el enfado.


Él transmite sin emitir sonido
ni voz, no hay palabra alguna.
Pero se le concedió la gracia,
la disposición en la capacidad
mediante clara expresividad,
sus gestos contienen el saber
de contar grandes historias.
 

Por el tradicional milenario,
este personaje prosigue
comunicando sin palabras
aquello sucedido en su entorno.
Confiesa, sobre las desdichas
amas y opresoras de un pueblo,
sobre la labor humana y el empeño,
o nos deleita tiernamente con amor,
mandandonos milllones de besos.