L A S V O C E S D E L S I L E N C I O
¡Que acompañado estoy cuando estoy solo!
Están conmigo las voces del silencio,
esa ensordecedora algarabía
que escucho en claro y definido coro.
Son las voces que me hablan desde adentro
quedas, casi en susurro; otras, estruendo;
y dicen de lo que he sido y lo que he hecho
y hablan de lo torcido y lo derecho.
A veces, cantan. Y a veces vociferan.
Son las voces del Alma, voces mudas,
que solo al estar solo me desnudan
la verdadera faz de mi existencia.
Hay voces que en murmullos me comentan
que he sido bueno, y debo seguir siéndolo.
Hay voces que me gritan improperios
por creer que soy bueno… y no lo entiendo.
Esos coros de voces tan lejanas
me llenan de inquietud cuando me dicen
que cualquier esperanza ha sido vana,
que la fe y el amor son cicatrices,
que es la maldad, del mundo soberana,
que están podridas ramas y raíces.
Pero, cuando se imponen otras voces
y me hablan de lo bello y lo sencillo,
puedo escuchar los melódicos sones
de hermosas sinfonías, cuyo estribillo
me dicen sin cesar que son los dones
recibidos de Dios, los de mas brillo.
Son brillantes de luz, la fe muy cierta,
el amor, la esperanza, la bondad manifiesta,
la ternura de un niño, del viejo la sapiencia.
Así como también, el lado bueno
que tiene todo ser en la conciencia…
Son gemas que engarzadas en diademas
hacen del ser humano semejanza
de lo que fue de Dios, la primigenia estampa,
Angel de Luz, Modelo de templanza.
Y a ellas me aferro yo, con la esperanza
que sean la realidad, voces veraces,
que sean de la armonía los compases
que me lleven a Dios, a Su Sustancia
Jose Vale Amesty