Llorando llegaste al mundo y llorando anunciaste
que llanto y vida van juntos, que el miedo nunca
se aparta del corazón de los hombres.
Tus manitas se aferraron a unas manos y así siempre
iras buscando el calor de otras manos,
para sentirte seguro, protegido y amado.
Indefenso cuando naces, impotente cuando mueres y así te
aferras a la vida, la busca como aliada y
con ella andarás por esta senda difícil.
Tus lágrimas primeras mojaron tu tierna cara de infante, luego a través de los años,
esos llantos habrán dejado caminos y surcos en tu cara y
en tus labios un rictus amargo, por las tristezas vividas, por los miedos y los llantos.
Y una mañana de un tiempo no muy lejano, encontraras
que tus manos ya no tienen otras manos que te acompañe
al sepulcro, que te den calor y amparo.
Entonces sentirás que tu corazón cansado, ya no puede
resistir ni más miedos ni más llantos.
De Gaviota Romero Blandino