Hay que dejar de respirar
para exhalar con vehemencia,
hay también que renunciar
a la vil incompetencia,
habrá que recuperar
la sana beligerancia
de amarnos hasta el final
con plena benevolencia.
Aprender a perdonar
tendrá vital importancia
cuando nos venga a asfixiar
la despreciable impotencia,
será pues, resucitar
(de entre tantas abundancias),
la cual habrá de llenar
al corazón con sus gracias.
Entonces podrá cantar
el alma, con tal potencia,
un himno más que ejemplar
con ejemplar consonancia.
Pero antes hay que callar,
pues el silencio es docencia
de que aquello medular
sólo se da con paciencia
y que no siempre gritar
dará mejor resonancia.
La vida es el caminar
que otorga mejor licencia,
pero hay que saber mirar
al estar en su presencia
todo aquello a que, de amar,
se nos hace referencia;
pues amando has de alcanzar
lo que es valiosa exigencia.
Amar, perdonar y dar,
teniendo la fiel creencia
que jamás se ha de alcanzar
una total complacencia.
Ofrecer sin esperar
más cara correspondencia
que aquella que ha de ofrendar
aquesta actual experiencia;
pues el ser, al entregar,
recibió ya recompensa.
Nada se aprende de obviar,
hay que efectuar diligencia;
nada, sólo de escuchar,
se adhiere a nuestra conciencia,
el árbol se ha de sembrar,
con calma y perseverancia;
hay entonces que accionar
para obtener consecuencia.
- Noel Salinas