Es de tu luz las cuadrillas de mi existencia
De mi tesón frente al infortunio
Es de tus labios alabanzas desdichadas
De mi telón de aguardiente
Digo no.
No al aire enranciado
No a las malas maneras
No a los páramos avinagrados
No a las desventuras cinceladas en latón.
No quiero que me odies pero ódiame.
Ódiame por ser tan pueril
Ódiame por ser tan mezquino en mis andares
Ódiame por encerrarme en el faro de Alejandría.
Ódiame de favores trasnochados.
Se que tras nacho hay luz en tu sien
Y me golpea ese pensamiento
¿Qué puede hacer este mortal por ti?
Perdí mi anatomía de Pegaso.
Mi tendón de Aquiles macerado entre hojas de laurel.
Y mis buenas intenciones se van tornando estériles.
Poco a poco pero sin pausa
Como las abejas laboriosas.
No quiero que me olvides pero olvídame.
Olvida mis insaciables pifias
Olvida mi arritmia patológica
Olvida mis infantiles pinceladas
Olvida que ensucié este lienzo.
Se que me aprecias pero no lo huelo.
No brindo de nostalgia por ello.
Es mi regalo de cumpleaños lo que espero
Mi amnistía.
Mis labios de hojalata.
Mis pequeños ojos cansados de pederte.
Mi consuelo de perdedor.
No haré de vigía nunca más
Y obviaré mi pesar por respeto
Regalaré lo que desees como regalo
Construiré un castillo con una gran puerta
Habrá también una aldaba de plomo
Para que la golpees cuando te plazca
y pueda envolverme en un abrazo.
Para que pueda ser comodín.
Pero no uno de esos falsos comodines.
Si no la virtud en la baraja.
Quiero que me aprecies por mí mismo
Aprecia mis ilusiones
Aprecia mis deshonras también
Aprecia mi comprensión
Aprecia mi sensibilidad
Y nunca dejes de apreciarme
Pues mi alma llorará eternamente.