Lo que quede de este cadáver
entregárselo al enemigo
para que devore sus entrañas,
las exponga en público
o difame su existencia,
una vez perdida,
derrotada,
humillada el alma,
el cuerpo, ya no es nada.
Entregárselo aun con la sangre caliente
y que sepa que su corazón amaba
a deshoras, si,
pero amaba,
a destiempo también,
pero latía.
Hasta que vino el ladrón de almas
con la boca llena de dientes
y las manos llenas.
Dicen que habla con alguien,
no lo sé, no me importa
lo único que sé, es que no habla conmigo.