Sentada en un banco del parque,
meditando en mis problemas,
su mida en mis tristes pensamientos.
Se acercó a mí una niña,
con sus brazos extendidos,
y llegando a mí preguntó:
Dígame usted por favor
¿De qué color es el cielo , las flores y el arcoíris?
A mí¡me gustaría tanto verlos!
Sentí un nudo en la garganta,
un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.
Acariciando su pelo, le fui explicando
todo lo que yo veía.
Y al terminar, con voz dulce ella me dijo:
- ¿Sabe una cosa señora?,
Yo lo veo, más bonito en mis sueños.
¿Será porque usted lo ve con los ojos tristes,
y yo lo veo con mis sentimientos?
Y se alejó la pequeña,
dejándome con los ojos
llenos de lágrimas,
diciéndome para mí adentro:
No es ciego el que no ve,
sino el que no quiere ver,
¡El que no aprecia todo lo que le rodea!
El que no llena su vida, de las cosas…¡más pequeñas!