En tu incipiente calva
se transparentan
los poemas, como sellos de caucho,
ansiosos
De emborronar
la blancura de la cuartilla. Emanan
cristalinos
como recién llegados del
sempiterno glaciar. Fluyen
conquistando fronteras y
acallando voces eruditas.
Menudo,
pegado a un bigote,
como buen clásico contemporáneo,
vas
repartiendo ilusiones y
ayudando a la letra impresa
de los demás.
No existen hondos cajones
en los muebles de tu otoñal piso;
tus puertas carecen de bisagras
y tu espíritu se muestra
siempre dispuesto
a escuchar.
Te debe tanto
la poesía
que es imposible
hoy
hablar de ella
sin que esté tu
bigote por medio.
Dieron en llamarte José Luís,
y tú poéticamente descontento,
recogiste la llama
del pasado
para seguirla paseando
audaz
por los corros del presente.
Pariste
una Vasija
del más puro Barro
sevillano
para llenarla de versos
y esparcirlo al viento, donde
ávidas bocas paladean
tan exquisito manjar.