Aquellos rostros lánguidos
Fundidos en su flaqueza,
Se disipan en el cielo amorfo
Y se mezclan en la maleza.
Sus sentimientos melancólicos,
Como almas viajeras,
Se han esfumado,
Y de ellos nada queda.
Las cenizas de su pasado,
Y sus vagas tristezas,
Se vierten pasivamente,
Y la muerte los asecha
No son más que sus cuerpos,
No son más que la idea,
Tampoco menos que el viento,
Tampoco brillantes como las estrellas.