La epopeya de tus labios;
disgregó mortalidad en mis aposentos.
Cada fragmento,
cada trozo de mortandad;
se solidificó a verde prado.
Empotramos un imperio,
en aquel punto del espacio;
que fue disipador de niebla e impermeable.
Cada movimiento;
fue un sismo de magia con incuantificable escala Richter.
El nombre de tus labios;
se me reveló sin preguntárlo
como:¡\"La memoría más creíble\"!.
Fui Prometeo robando fuego eterno,
que ya se acinceló en mis próximos veranos.
Y de regocijo me empapo al recordar;
que el engrane del tiempo ralentizó
para recrear un viaje etéreo por el cosmos.