"Amo a los niños porque son puros, no traicionan y siempre se ponen contentos cuando nos ven"
Abres tus ojitos con el brillo naciente
de la vida. Miras con curiosidad
y asombro; buen modo de pedir seguridad
a quienes te rodean. Necesidad ferviente.
Anhelas calor como todo ser viviente
de una madre (eres su dulce vanidad)
Te reiteras en el mito de la eternidad
con tus progresos y tu fuerza creciente.
Encarnas una imagen pura de inocencia
si un sueño apacible conquista tu cuerpo
y solo nos dejas tu ausente presencia.
Pero al despertar, vuelves a ser el centro
de toda atención: Sonríes, tu mágica esencia
y despiertas al Niño que llevamos dentro.