Nos volvimos por instantes
los reyes del parque,
cuando apenas parpadeabas
y el sol ya sentía
las ganas de invocar flores
y paisajes sobre toda tu cintura.
Cuando apenas tu boca hablaba de
cintas antiguas
y ya parecía que los animales
se detenían a mirar tus ojos
de cielos con periplos de barcos blancos.
Cuando te quedabas tan quieta
que las ramas de los árboles
aprovechaban y daban sus frutos.
Cuando
sencillamente
me dabas tu mano.
Y todo cambiaba
hasta el color de mis mejillas,
hasta el sabor de mi boca,
hasta las raíces enredadas dentro de mis pies.
Lo que tú mirabas
se volvía un recuerdo sin egoísmo
y de gran universo.
-JG